Tres paisajes catalanes (violín, piano y cuatro venezolano) (2013) Créditos:
Trece ventanas, una línea que se encarama, dos bandas de suelo que extrañaban el verano, un cauce en diagonal, el árbol, y los dos focos. Ajá, calcar, primera cuerda sul tasto. 39º con sensación térmica de periferia. El lienzo en blanco es terco ante las formas (intimidante), tirémoslo. Las pinceladas se harán sobre un paisaje, éste -menos hostil y más dócil- sugiere dinámicas de interacción entre objetos. [Un El cosmos ordena. Sus vectores lo definen y son fieles al orden de las cosas. Los digerimos como gazpacho y parecen torcerse, un poco. Escupimos (después de interpretar) y brotan en colores (armonías), sonidos y ruidos. Ruidos increíblemente connotados – quizá demasiado –. Según culturas y temperamentos pueden provocar diferentes respuestas, que ahora parecen acumularse. El ruido alcanza la palabra. La nota se eleva a la sí la ba. Nota y ruido, unión inevitable. Si menor con 9na y 11va. Mi. Objetos aislados – en principio – que planean tejer un discurso. La altura musical (nota) es una idea, aislada, y cada vez más connotada. Por otro lado, el ruido no puede ser sólo ruido. Do sostenido y Re; segundas menores. Pero las segundas menores… (distancia mínima entre alturas en instrumentos temperados). Las segundas menores se acarician: el paisaje ofrece sus relieves para soportarlas.
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Tres paisajes catalanes
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